Diego Cubelli (1990) viene trabajando un espacio propio y multidisciplinario en el ámbito siempre difícil de la poesía uruguaya actual. Es un “espacio”, porque no se limita a los libros ni a la lectura en vivo, sino que incorpora elementos de gestión y de preocupación conceptual por el lugar del poeta en la sociedad. En ese sentido, ha llevado adelante ciclos de poesía en los que ha fomentado la interacción entre voces diversas, tanto en términos generacionales como estilísticos, y ha tomado parte en discusiones que abarcan capas tan específicas del fenómeno literario como la seguridad social de los escritores. Es “propio” y “multidisciplinario”, ya que el enfoque personal, que suele estar presente “por defecto” en todo trabajo poético real, en el caso de Cubelli se dispara además hacia los suburbios parapoéticos de la ilustración y el diseño.
En sus libros lo que podría ser calificado como autoedición es en verdad una apropiación integral del fenómeno editorial como creación en la búsqueda de un artefacto poético. Es natural, entonces, que el sello que prestidigita Cubelli se llame igual que el ciclo en vivo que llevó adelante en años recientes y que la revista/fanzine que publicó en su momento. Así, la poesía es un sitio y su labor se desarrolla en un “Sitio de poesía” abstracto pero palpable. Tiene algo de taller de cantera o galpón donde se ponen a trabajar de forma ensimismada, casi monacal, las herramientas de un oficio, en medio de nubes de asbesto o aserrín.
En el caso puntual de su libro más reciente, esto se exacerba, con el acompañamiento de ilustraciones realizadas por el propio poeta. Aunque el “libro objeto” sea menos radical, en términos artesanales, que lo que fue, por ejemplo, La razón del deslumbre (2020), es más equilibrado, en su materialidad, que Orden y cauce (2023). “Luce” más profesional que este último, sin dejar de ser personal. También vale destacar que Usurpación de morada –que resuena con sus textos breves y potentes– obtuvo el segundo lugar en categoría poesía inédita en los Premios Nacionales de Literatura 2023. Puede encontrarse en las librerías más serias de la ciudad, es decir, en esas que ofrecen poesía uruguaya independiente.
El último libro de Diego Cubelli que apareció en editorial Sitio de Poesía (Montevideo 2024), obtuvo el segundo premio del MEC en el certamen del año pasado.
Reúne 36 poesías agrupadas en tres secciones tituladas según criterio que el propio creador explicita: “Fabricación, Fundición, Aserradero”. Es el título del Tríptico de 1922 de la compositora y pianista Carmen Barradas.
Se trata de un volumen fuertemente ilustrado por un conjunto numeroso de formas, manchas, recorridos sobre papel de objetos entintados, imágenes fragmentarias de algunos textos autógrafos, con diferentes formatos y ensamblajes. También tiene Imágenes abstractas y otras formas artísticas, en blanco y negro. Se acompasan con el negro de las páginas separadoras y el de las de cortesía. Asimismo se acompasan con la inversión aleatoria y experimental de algunas partes o conjuntos. Están en las páginas pares. Las impares tienen los textos del libro.
Son composiciones breves, con algún rasgo de epigrama -por ejemplo, el mismo juego de las formas, la sintaxis, la semántica y el variado perspectivismo-, todo lo cual se suma para lograr resultados originales y no convencionales.
El título “Usurpación de morada” remite a la apropiación y personalización de un lugar. Ese lugar es en principio el del verso de los poetas de ahora y siempre, es decir, el verso es el cuerpo de la poesía. De tal forma cada asunto, tópico o antecedente optado es una morada.
Así resultaría que la poesía viene de la propia poesía y de su historia, de la constante referencia y seguimiento, vendría del homenaje e inspiración en y con los otros autores. Toda morada supone una usurpación, un procedimiento intertextual, una legitimación y una continuidad. El libro declara y enumera 18 “usurpaciones” en un listado que aparece al final y que de algún modo es algo así como el canon personal. En estas ocasiones es otro poeta u otro texto el que da el pie, la motivación, la clave lírica o el tema.
Es un libro intensamente trabajado que logra con acierto su singularidad y creación más allá de los antecedentes del propio Diego Cubelli.
Sin originalidad, el palimpsesto.
Por Alejandra Dopico Sanesteban
Usurpación de morada de Diego Cubelli
El silencio tiene su espacio en el poemario Usurpación de morada de Diego Cubelli. Esta afirmación parte de la lectura, también silenciosa, que se ve interrumpida de forma constante por guiones cuyo propósito es la suspensión de este acto. El lector comienza el recorrido, lo detiene un guion, retoma, relee el verso o la palabra anterior, toma impulso y, una vez más, se ve interrumpido. Mientras escribo esto se me ocurre que, tal vez, el uso constante del guion funcione más como un movimiento pendular que como un corte. Es decir, como una hamaca, tomo impulso, llevo de forma leve mi cabeza hacia atrás, inclino mi espalda y allí voy, pero vuelvo. No es infructuoso el ir y volver, es más que nada la posibilidad de volver sobre la lectura hecha hace segundos y ahí la toma de conciencia de que lo leído responde a varias capas de lectura. De alguna manera, la propuesta de relectura es un reclamo del yo que, como conocedor del tiempo del ahora, en ocasiones desconectado y apresurado, otorga la tarea de prolongar los silencios y con ellos habilitar la nueva lectura, incluso, a los signos textuales que parecen velar por un espacio-tiempo poético.
Ahora bien, el libro físico, también propone esto del ida y vuelta, del vaivén del columpio porque presenta un papel que ya fue utilizado antes y de este modo, la idea de lo nuevo u original queda desechada. En Usurpación de morada, es inevitable atender primero a la propuesta visual que es parte de la lectura de su obra poética. Lo escrito es sostenido en un libro-cuenco hecho con papel reciclado y que ya desde el inicio propone conectar con lo re hecho. Hojas en blanco y en negro con espacio para el silencio entre lo dicho junto a los manuscritos que dan cuenta de ese proceso de creación que nunca empieza en el papel de Cubelli, porque el poeta se asume relector y como tal un reescritor de los dichos de otros que resuenan ahora, en su yo.
En este poemario no hay espacio para la originalidad, el yo se libera de ese peso. Para esto las dedicatorias, los epígrafes, y los versos que dan cuenta de esa intertextualidad que nos lleva a otras poéticas y que el autor entiende que es la misma lectura revisitada en un vaivén sin fin.
En esta Usurpación de morada es la compositora Carmen Barradas la que organiza los textos de acuerdo a sus notas, dado que su Tríptico: Fundición, Aserradero y Fabricación de 1922, brinda las secciones de este poemario. Así como abordar el código de las partituras de Barradas se ha vuelto una tarea desafiante, la propuesta aquí coloca al lector en un intento constante por buscar esas pistas. La diferencia está en que, en este caso, el autor propone las coordenadas de su recorrido. De forma explícita, deja constancia que su Usurpación de morada, ni es suya, ni es usurpación sino más bien un palimpsesto, como todos, con borrones de escrituras anteriores, de músicas, de todo lo que el yo fue registrando en su constante ir y venir. Carmen Barradas comprende que la obra de arte es una construcción del compositor y a la vez del intérprete, el poeta aquí referido toma mayor impulso y se posiciona en esto de considerar a todas las construcciones artísticas como insumos de otras creaciones sucesivamente posibles.
Música, literatura, cine y arqueología se reúnen al llamado poético. Quizá sea cierto esto de que la poesía es el dominio para una forma de conocimiento integral, mayor. Lo poético se busca desde el exterior, desde el libro como objeto que genera curiosidad y goce estético para entre los espacios de las palabras y sus versos se mueva el silencio en sus resonancias todas. Allí su morada, ese lugar donde habitar el espacio-tiempo de la poesía, es morar en ese cuadrante donde habita el sol.
Siete son los autores que nos dan la bienvenida antes de iniciar el recorrido, ellos son: Amanda Berenguer, Enrique Fierro, Leónidas Lamborghini, Luis Felipe Noé, Hugo Achugar, Cecilio Peña y Alfredo Fressia ofrece su anémona que es quemadura para que el lector no olvide que la poesía es una orilla.
Usurpación de morada es editado por sello editorial del autor, Sitio de poesía. Obtuvo el Segundo Premio en los Premios Nacionales de Literatura 2023 en categoría poesía inédita.
Diego Cubelli nació en Montevideo en mayo de 1990. Publica desde el año 2008. Trabajo para el silencio, 2015; La razón del deslumbre, 2020; Orden y cauce, 2022. Durante los años 2018 y 2019 coordinó el ciclo de lectura Sitio de poesía en la Fundación Mario Benedetti.